martes, 10 de junio de 2008

LA PAZ QUE ESTAMOS BUSCANDO



LA PAZ QUE ESTAMOS BUSCANDO, ESTÁ ADENTRO DE NOSOTROS"
Prem Rawat

Humildemente pienso que no sirve de nada hablar mucho, pensar mucho , si somos incapaces de sentir paz interiormente.
La paz sólo sera posible cuando cada un@ de nosotr@ s seamos capaces de sentirla y sacarla a pasear de adentro hacía afuera y juntar tu paz con mi paz y con la paz de cada un@ se l@ s ciudadan@ s del planeta.
Recuerdo muchas veces una canción que me dejaron de Cesar Isella que decía "Te digo hermano que entiendas que hacer la revolución no es juntar dos ó tres locos, cuatro balas , un cañon. Te digo hermano que entiendas que hacer la revolución es empezar por tí mismo y después seremos dos, tres, cinco, cien, un millón, mi pais ".

Descubrir una sociedad pacifista
Aunque el descubrimiento de una sociedad pacifista puede estar tan lejos como su conquista, sabemos que el derecho a la vida como horizonte y la justicia como su escenario no son utopías: son deberes humanos que no pueden ser postergados. Tienen que ser construidos colectivamente. Sin mentiras, sin armas, sin la fuerza. Un escenario de justicia no puede tener ni la sumisión, ni la perdida de libertades, ni el uso de las armas como principios. Construir a la fuerza o desde el despotismo y el autoritarismo la sociedad justa es la menos justa de las proposiciones. Va en contravia de la dignidad humana.

Es necesario ampliar o transformar las ideas que alientan la guerra. Existen en el lenguaje de medios, expertos y políticos, conceptos que pueden encontrarse en la base de pensamiento bélico : es mas humano afirmar que el estado debe tener el monopolio de la inteligencia que aceptar ciegamente el de la fuerza que ha mostrado con creces su fracaso.
El que se arma para crear un estado sobre la misma concepción es un eterno animador, prolongador de la guerra. Aquellos que prometen un estado mejor empuñando las armas prometen el mismo infierno con otro uniforme y otras palabras, pero el mismo, al fin. No existe ninguna razón para matar como tampoco existe un gran hombre que haya asesinado. Que haya matado.

La vida no puede ser violentada de la misma forma que la justicia no puede ser postergada. Lo justo es avanzar libremente hacia la sociedad deseada por el camino de los acuerdos. Eso es lo indeseable para los violentos. Lo justo debe ser encontrar los caminos inteligentes para respetar a los otros, con sus distintas religiones, con diferentes formas de vivir o soñar. Lo injusto seria silenciar las diferencias y establecer el imperio de la fuerza que no es otra cosa que el imperio de la sin razón y de la esclavitud, de la sumisión. Es inhumano pensar que la manera de lograr nuestra libertad es haciendo esclavos a los que no piensan como nosotros. Reducir el mundo a una sola visión política, o social o cultural o a una solo hegemonía es además de ampliar las posibilidades de una catástrofe, declarar la guerra a la razón. No se trata solo de una confrontación bélica, va mucho mas allá: se trata de una batalla frontal de la barbarie contra la humanidad. De la estupidez contra la cultura. De los que pretenden introducir de nuevo al hombre en las cavernas contra aquellos que pensamos que la vida humana y animal son el mayor patrimonio de este pequeño planeta. Si, la lucha por la supervivencia puede ser superada por la defensa radical de la vida. De ella, de esa defensa activa y pacifista brota el optimismo por la especie humana. Sabemos que el hombre y la mujer son aliados de la vida, así mismo, sabemos que la ambición derrota continuamente a la sensatez, que ella es fuente permanente de odios y enemistades, que el mundo oscuro de las ambiciones poluciona con mas éxito del deseado el espíritu de los hombres y de los estados.

Habría que mirar con total atención critica el presupuesto educativo que habla de la ambición como fuente de éxito. Allí podríamos encontrar muchos de los males que nos ahogan. Allí pueden también estar las claves para la comprensión de algo que nos enmudece: la competencia entre seres humanos deja no solo muchos derrotados sino que una inmensa cantidad no llegan a ninguna meta: millones mueren de hambre en países del sur, millones mueren violentamente en confrontaciones inútiles en medio del terror y del odio, muchos se suicidan creyendo que la muerte es mejor que la vida, millones están sumidos en la miseria para que unos pocos millares disfruten el paraíso artificial construido por el dinero.

No se trata de creer que la paz es solo ausencia de violencia o de la muerte. Es mucho mas, es escenario de la vida política y de una cultura que reconociendo sus propios conflictos los resuelve por el camino de los acuerdos. Si. La paz es reconocimiento de los derechos humanos en su mas amplia acepción, desde el derecho intocable y sagrado de la vida, a los derechos del ser humano a la educación o la salud. Pero es necesario no solo entender sino también aceptar que la lucha por el logro de los derechos humanos no puede ser violenta. Es contradictorio e inaudito que en nombre de los derechos humanos y la justicia se mate, se violente a otro seres humanos. No es ni comprensible ni aceptable la violación del derecho a la vida para el logro de otros derechos. Tampoco lo es pensar que la justicia puede ser postergada sin violar los derechos humanos. El arma mas humana para el logro de la justicia es la no violencia y esta es acción pacifica al tiempo que pedagogía pacifista. Es desafió al pensamiento belicista que ha arraigado en el espíritu de los estados modernos y en los mas difundidos paradigmas políticos.

Habría que empezar a debatir con sinceridad e inteligencia el camino mas acertado para lograr una sociedad justa. Pero no solo una sociedad local justa, es cada vez de mayor urgencia pensar en una sociedad planetaria en donde la justicia sea el motor del desarrollo.

Las situaciones extremas de la vida presente en el planeta me hacen pensar que seria obligatorio como humanos llegar a soñar y lograr cosas distintas a la promesa del consumo, a la promesa de un paraíso en otras vidas. Las urgencias de la miseria no dan espera, este planeta es un planeta con hambre y con demasiada sed de poder. Es posible que esto ultimo sea la causa de lo primero. Pero no podemos como humanos esperar grandes mutaciones biológicas para transitar hacia la justicia. No podemos esperar que el desarrollo tecnológico nos salve de la miseria si ésta, está oculta en los mas hondo del espíritu de la época y es promocionada por la cultura de la ambición y la competencia.

El desarrollo no puede ser alcanzado sobre la base de esa cultura, tendrá que ser sobre la de una cultura de la solidaridad y la libertad o estar condenado a ser crecimiento desigual e injusto. No se trata solo de encontrar un equilibrio entre la producción y el consumo. Tampoco de la expansión hasta las ultimas consecuencias de la frágil frontera ecológica. No es osadía pensar que los humanos podríamos vivir con mucho menos si disminuyésemos la ambición y trastocásemos el pensamiento que privilegia la posesión por el de la cooperación. Tampoco es una aventura en la nave de las utopías poder llegar a soñar seres que fertilizan el planeta de bondad, alegría y entusiasmo de vida y que encuentran océanos de satisfacción solo con la idea de poder cooperar en edificar un mundo mejor.
Guillermo Solarte

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